Cuando nací, empecé a caminar
Cuando tuve miedo, seguí caminando para superarlo, con ayuda de mi familia
Cuando conocí a otros, que aún gateaban, los ayudé, pero seguí andando.
Cuando creí que estaba acabado y roto por dentro, por fuera, hacia los demás,
mis amigos me ayudaron y seguí caminando.
Ahora veo que nunca me he parado, quienes me conocéis lo sabéis.
Os veo pasar ante mí y os quiero a todos, no sé expresar cuánto amor tengo dentro, pese a todo.
Pero con lágrimas, a veces, que no llegan a mojarme las mejillas, algo me empuja a continuar.
Veo pasar nuestra vida, mi gente, nuestros problemas -los mismos, puesto que esta generación compartimos el desarraigo de los expatriados-.
Escribo esto henchido de agradecimiento por los que he conocido en esta ciudad insospechada, y los que conocí en españa que nunca desapareceis.
¿Nos encontramos en el camino, compañeros?

Pero una fuerza me mueve a caminar y ver pasar todo lentamente, mientras me diluyo.
En fin. Si esto significa algo, bien. Si no, palabras son. Amor y desarraigo son, quien lo probó, lo sabe.